Acabas de ver en
tu reloj como las agujas marcan las doce. Estás cansado, y miras la pared
mientras meas en aquellos lavabos vacíos. El aire está cargado de un olor a
orín rancio y por el hilo musical suena algo de Alejandro Sanz. Una buena forma
de terminar la noche. Fuera de esos baños no te espera nadie. Ni un amigo, ni
una chica. El centro comercial está vacío, y acabas de salir de ver una
película. Solo, como de costumbre.
No estuvo mal, si
obviamos a los niños de delante cuyos padres pasaron de ellos. No sabías muy a
bien a quién te habría gustado asfixiar por detrás, a los niños o a los padres…
o a todos, aunque eso era más complicado solo por el hecho de gente poniéndose
a chillar, gritar y que no podrías terminar de ver la película. Allí de pié,
mientras te sientes un poco más ligero reflexionas sobre qué harás a
continuación. Coger el coche y volver a casa, donde te esperan tus padres
dormidos en el sofá del salón, en bata y cogidos de la mano con el especial de
Eurovisión. Aunque al menos cuando entres por la puerta el perro será quien
despierte y quizá hasta se gire, mueva la cola, y luego siga durmiendo como si allí
no hubiera pasado nada. Solo un fantasma. Por el contrario siempre puedes ir a
dar una vuelta, hacer algo para variar. Aparcar los libros y tomar el aire,
para vivir un sensación. O vivir algo. Ir solo con el coche (o mejor dicho el
de tu madre) y tu L detrás siendo el rey del mundo, que tarda en aparcar en
línea un cuarto de hora.
Podrías ir a
algún pub, bailar, tomarte algo, acercarte por detrás a alguna chica,
susurrarle algo al oído mientras le acaricias las caderas y bailas con ella.
Ella sonreirá, tu sonreirás y luego te la llevarás en el coche a un sitio
apartado. La dejarás en casa y quizá te su número, su Tuenti, su Facebook… Cuando
la agregues a tu Facebook tu madre verá los comentarios que te deje, hará
preguntas y se correrá la voz. Con tu madre está casi toda tu familia, la cual
está demasiado informatizada. Hablará, harán comentarios… Poco después tu tía
abuela, la snob que presume de ser muy moderna por usar Twitter y muy progre
por seguir a Escolar y Llamazares, empezará a hacerte preguntas en la próxima
comida familiar en la que coincidas. Luego serán tus tías, tu tío, el salido;
tu madre y finalmente tu padre, quien empezará a hacer preguntas sobre dónde
estuviste con el coche esa noche en la que solo ibas a ir al cine.
Terminas la
meada, te lavas las manos, te secas y marchas a casa.
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