sábado, 27 de agosto de 2011

Despertando en el aeropuerto

A pesar de que son las 5 de la mañana la terminal bulle de actividad. Los primeros vuelos despegarán en una hora, y la gente va de un lado a otro con la cabeza más pendiente de su hotel en el Caribe, de su habitación en Roma o de la excursión por los castillos del Loira. El ruido de las ruedas de las maletas se confunde entre voces de varios idiomas y una megafonía que no para de sonar.

El continuo trajín de la terminal no es suficiente para despertarle. Allí tirado en el suelo y con una sudadera improvisada como almohada duerme con un sueño profundo y por primera vez en mucho tiempo, sin pesadillas.

A su lado, observando las idas y venidas de los pasajeros, mientras vigila con atención las maletas está Carla. Sentada como siempre. Cabeza algo inclinada hacia atrás, rodilla flexionada, brazo apoyado y una pierna estirada que no deja de mover el pie al ritmo de la Velvet.

Ella se le acerca al oído, con delicadeza, mientras observa sus párpados cerrados con fuerza y una leve mueca junto a la comisura de sus labios que denota un sueño más turbio que antes.

-Abre los ojos…

Unas palabras sibilantes que se cuelan en su oído y como mágicas levantan unos párpados en los que hace poco había un cerrojo echado. Sus pupilas se contraen y su pecho se dispara en un frenesí tan súbito que necesita de una bocanada de aire para reanimarse. Se incorpora con cuidado mientras Carla lo mira con indiferencia, acostumbrada al mismo numerito.

-Qué, otro mal sueño?

-Sí… bueno, no… La verdad es que no lo sé. No recuerdo qué era. Pero para despertarme así, no sería nada bueno. Pero joder! Valla susto que me diste!

-Oye, tranquilito. Aún encima que te despierto con cariño!? Menos mal que sabes que no te dejaría aquí tirado para que perdieras el avión… Pero, oye; cómo duermes tan mal? Seguro que es porque nos vamos.

-No. No te creas que estoy tan triste, ya volveré. Hoy solo es un domingo cualquiera…

Baja la cabeza con aire pensativo y pierde la mirada en las baldosas.

-Tranquilo Álex; que conmigo no tienes porque ponerte misterioso. No me vas a meter ficha, así que ahórrate el numerito.

-No me pongo misterioso!

Es mentira, sí lo hace. A su alrededor pasan cientos de mujeres y cualquiera podría ser su próxima conquista y coprotagonizar con él la película de su vida. Podría ser esa pelirroja de ojos azules y peca. Lleva el pelo en coleta y anda a saltitos, con energía. Él se queda mirándola y ella a él, pero ella gira la cabeza con una mueca de asco y acelera el paso. Es normal si miras a una persona con cara embelesada mientras te perforas un oído con el meñique.

También puedes ser una chica que está sentada cerca de ti. También es blanca, pero esta vez rubia y de ojos marrones. Más ancha que la anterior, con más curvas y un pantalón ajustado. Una pena que lo mire con cara de pocos amigos por haber estado cantando durante un cuarto de hora la misma canción… una de Siniestro Total, que así no escuchan su mal inglés (pero sí lo mal que canta). No parece que se cumplan sus fantasías…

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