domingo, 28 de noviembre de 2010

Imborrable

El local está lleno. Sábado por la noche, sin lluvia por primera vez en mucho tiempo, y la gente quiere marcha. A Él lo esperan amigo.,Hacía tiempo que no los veía. Son un buen grupo. Se sientan, charlan, miran el “material”… No es malo, nada malo esa noche. Están sentados en una esquina del local, escasa iluminación y aires de misterio con una buena banda sonora de fondo. Sus amigos están encendidos y el alcohol les empieza a subir. Ya empiezan a aparecer comentarios como: “Tío, enserio tienes que beber. Al menos algo.” Y siguen: “Mira que eres mariquita que no tomas ni una copa.” Se empiezan a encender, mientras el gentío y el humo del tabaco comienza a nublar la vista. Es el momento, y ellos quieren ir a probar el “material”. Él sigue allí sentado, como cuando llegó. Está cansado, y las lentillas totalmente resecas comienzan a molestarle. Esa Coca-Cola de garrafón le va a provocar un tumor y sus amigos empiezan a ponerse cachondos… La cosa se pone divertida. Uno de ellos, envalentonado por el alcohol y el tiempo sin catar “material” se lanza a la barra. Y sí, va tras una mujer… Directo, se acerca, la saluda y empiezan a hablar. Los otros no saben qué se dicen, pero finalmente la chica se lo lleva a los lavabos mientras su amigo pone una cara como si fuera la mañana de Navidad. Aunque seguramente haya algo más feliz que su cara.

Los demás no salen de su asombro, y en lugar de alegrarse porque después de tanto tiempo un compañero vaya a desempolvar su fusil el comentario más halagüeño que sale de la boca de uno es: “Pfff… Tampoco estaba tan buena” Envidia. Pasa el tiempo. Son uno menos, y fianlmente más se lanzan. Esa noche están en racha. Al principio eran 5. Él no sale de su asombro. A uno en lugar de darle la torta, como seguramente esté acostumbrado (porque a las mujeres no les gusta que le reciten el calendario de Victoria’s Secret), se lo lleva a una esquina un rubia de 1,80 (despampanante).

Esa noche no es normal. Finalmente Él se queda solo mientras que sus amigos están repartidos por el local, cada uno a lo suyo. Los 5. Normalmente es él quien se lleva a la chica. No ellos… Sin embargo, alguien entra en el local. Una chica. Bajita, pelo rubio oscuro y con unos ojos que atravesarían a cualquiera como un una 9mm disparando a quemarropa en el pecho. Primero Él no se percata, pero finalmente esa mirada le hace caer en la cuenta de que esa ella… Fail. Eso es lo único que farfulla mientras el corazón está a punto de salir en estampida por la boca y las cuencas de los ojos se han quedado pequeñas para mirar esa belleza. Hace tanto que no la veo… Joder, y tiene que ser esta noche. Sigue farfullando, como si conspirara. El ambiente no anima, pues Marylin Manson empieza a sonar y no le gusta nada. Voy a saludarla, bajo la cabeza, me hago el tonto. ¡¿Qué hago?! Puta tensión. Su pecho de desborda y una gota de sudor le cae por la sien, mientras que sigue inmóbil en esa esqueina con aires de misterio.

La chica, lo ve. Ellca, con una mayor sentido de la educación se acerca a saludar, mientras que Él sigue literalmente aterrado. “¡Hola! Cuánto tiempo, ¿no?” Ella parece tranquila. “Jo, hacía tiempo que no te veía.” Su tono es dulce, tanto que asusta, como en una peli de terror. O eso es lo que Él piensa. Finalmente el pánico que le invade le deja responder. “Sí bueno… ya sabes, la universidad y esas cosas. Es lo que tiene vivir lejos.” Su voz suena áspera, y su tono seco y cortante. Está serio. “¿Y tu por aquí?” Le pregunta ella. “Ya ves…” “Estás un poco raro, ¿qué te pasa?” “Nada…” “No lo parece” Ella comienza a usar un tono más duro y su rostro a dejado de ser dulce, ahora da miedo. El grupo de gente con el que entró, grande, con tíos más grandes y con el negro como color general se fijan en la escena. “Eres igual de frío, y aún encima vas más pijo. Joder, solo cambias a peor.” Eso no ha estado nada bien. Acto seguido, viendo la tensión de la escena uno de los jóvenes del grupo de la ex se acerca y, rodeándola con los brazos por la cintura suavemente, le da un beso en la cabeza. Su mirada se clava en Él, desafiante, y diciénodole con los ojos: “Ahora es mía, ¿a que está buena? Mamón…” una persona sensata se habría contenido. Pero Él es ligeramente inestable y son muchas las experiencias acumuladas. Estaba en un mal momento: frustrado en clase, frustrado con las chicas, frustrado con la gente, y además echaba barriga a un ritmo alarmante. Solo haía falta una señal. Y cuando Chop Suey! comenzó a sonar, vio la luz.

Agarró el casco de botalla, con Coca-Cola todavía dentro. Y lo lanzó contra la puerta del local. El impacto llamó la atención de la poca gente que todavía quedaba. Los fragmentos se esparcieron por el suelo y alguno le dio a uno del grupo de la ex. “Mira, niñata de instituto, desaparece con tu puta de miedio pelo o juro que os esartaré los ojos y les arrancaré las pelotas a tu grupo de putitas para acerme un abrigo nuevo. Que hace frío…” Daba miedo. Frío como un glaciar. Con esa mirada que atravesaba y que si pudiera, mataría. Con el brazo en tensión. Cada músculo contraído y preparado para arrancarle uno por uno los dientes al joven que estaba delante de él…

El balanza final terminaría siendo positivo. 15 puntos de sutura en la boca. Un ojo morado. Una laceración en el brazo. Contusiones y magulladuras múltiples. Al menos el nuevo novio había perdido un diente cuando le agarró el cuello y le estampó la cabeza contra la pared. Al menos había matado un fantasma. Y la imagen de terror que vio en los ojos de ella cuando pronunció esas palabras, antes de que varios fans del metalcore lo apalizaran, se le quedaría grabada en la mente

. Imborrable.

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