jueves, 25 de noviembre de 2010

Caminaba con paso lento

Camina con paso lento. Pesado, como si llevara una gran carga a su espalda. El viento levanta una ligera brisa que mece las hojas caídas de los árboles otoñales. El frío corta la circulación a las personas que caminan por las aceras. Un ligero polvillo se pasea ante los ojos de los transeúntes, junto a la brisa otoñal. La gente camina, mucha de ella, con expresiones tranquilas, felices; como si fuera un día de verano. La normalidad se palpa, en un ambiente que no está enrarecido: una estampa de finales de noviembre entre las moles de hormigón y acero de la ciudad con aquellas calles arboladas que serpentean con delicadeza los edificios.

Cuando Él camina por allí, no se siente pertenecer a todo aquello. Le irrita ver así a la gente. Expresiones faciales que denotan jovialidad, conversaciones entre risotadas... Todo aquello debería de estar prohibido, según Él. Parece que de aquella forma le están diciendo que son mejores que Él. ¡Cómo si lo fueran!

Resuena, entonces, una voz en su cabeza, demasiado trastocada... Imbéciles. Por fuera él parecía como Ellos, otro "monstruo" de caramelo y amor. Otra persona feliz. Sin embargo por dentro es totalmente distinto. Corroído. Caminaba con paso lento. Pesado. Lleno de odio, por solo odio. Todo se descontrola, se escapa, un piélago que no llega abarcar. Situaciones que le superan, y solo hay más odio.

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