lunes, 21 de septiembre de 2009

Un primer día

Como es habitual, para todo hay una primera vez: sexo, drogas y rock'n roll... pero esta vez no trataré ninguno de estos tres temas, aunque me cueste dejar de lado el sexo. Me refiero al primer día de clases.

Todos los primeros días son especiales, y más cuando se trata del primer día de esa incesante, esteraste y a la vez extraña cuenta atrás que es segundo de bachillerato. La verdad es que para muchos es otro curso, otro año y también último en ese hervidero de hormonas conocido como instituto, plagado de delincuentes en potencia (para otros muchos). Pero para mi no. Otro colectivo opinará que es esa cuenta atrás hacia la madurez, independencia, trabajo... (menudos "moñas"). Tampoco. Os seré franco: es el final del instituto... Bien, puede que mi forma de pensar respecto a este tema sea... como decirlo ¿infantil? Puede, pero no me juzguéis todavía y escuchad mis argumentos.

Comencemos. Primero: vas a cumplir 18 años, eres casi todo un hombre (en mi caso), practicamente un adulto (¡¡joder, hace 2.000 años ya estaría casado, con esposa e hijos!!), qué adolescente, el cual está en los últimos años de la pubertad y se considera el centro del mundo, quiere estar con niños 5 años menores. Otra razón es la monotonía de llevar tanto tiempo en el mismo lugar, acudiendo cada mañana más de la mitad de los días del año, que pesadez. No dejemos atrás a los profesores, esos mentores que días a día amplían el tamaño de las esponjas de nuestra cabeza con ingentes cantidades de conocimientos. Estas razones a pesar de ser pocas, son de peso para una mente como la nuestra, o por lo menos como la mía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario