miércoles, 11 de enero de 2012

Volviendo a las clases


Se levanta por la mañana con el griterío del piso de arriba. Las vecinas de arriba se ponen en pie cada mañana y de paso le ponen en pie a él, quien primero maldice y trata de abrir los ojos para mirar la hora en su despertador. Nota los párpados casi pegados y un agudo dolor de cabeza comienza a taladrarle a medida que escucha a las vecinas de arriba, con grito tales como: “qué me pongo?”, “tenéis los trabajos hechos?”, “ayer no me llamó Javi!”…

Se incorpora poco a poco y trata de levantarse sin perder el equilibrio. En ese instante un frío le invade el cuerpo y le recuerda que es el mes de enero junto con que en su edificio no se activa la calefacción por las mañanas. Rápidamente busca en una montaña de ropa que está en el suelo junto a la cama y saca una camiseta y unos vaqueros. Se viste (la ropa interior ya venía con él de la cama) y va desayunar en la cocina.
Recorre los muebles poco a poco y olfateando mientras se consuela con que queda algo del café hecho la tarde anterior, así como restos de una hamburguesa de la cena. Solo le tiene que sacar la lechuga y el tomate, al microondas  para calentarla y listo! El desayuno de los campeones. 

Toca la higiene personal. Pero antes va a su portátil, permanentemente encendido, a poner algo de música e ir despertando al piso. Aprovecha para calzarse las botas y atraviesa el pasillo rumbo al baño mientras tararea “Don’t you forget (about me)”. Algo de agua para la cara, un cepillado de dientes, y las manos para peinarse; y listo. El desodorante y la colonia se encargarán de mitigar el olor de la cama.

Vuelve a la habitación y coge su carpeta de una mesa llena de cosas y hojas desperdigadas. Está a reventar, no sabe muy bien qué hay dentro, pero no importa; malo será que no tenga lo de las clases de ese día… 

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