miércoles, 11 de mayo de 2011

Cerramos el portátil

Cómo puedes escribir? Qué te motiva?

Álex está tirado en la cama, boca abajo, despierto. Sus ojos ya no son ni verdes ni marrones. No tienen luz. Hace días que la perdieron. Delante hay una página en blanco de otro Word en el que no va a escribir.

A su alrededor solo hay caos. El suelo está lleno de ropa interior sucia, donde lo mejor es ver unos calzoncillos de Superman en el pomo de la puerta del armario empotrado. Los calcetines están desperdigados. Y siempre hay lugar para el calcetín de las pajas en algún lugar de la habitación… esté donde esté, habrá que usarlo pronto; porque esa página sigue en blanco.

Una bandeja con un plato que hace 3 días tuvo macarrones está junto a la cama. Hay restos de salsa de tomate, totalmente reseca. Papeles y más papeles llenan las dos mesas. No hay orden, salvo en la cabeza de ese chico de 19 años recién cumplidos que entra un años más en la tumba con lo que seguramente será una enfermedad por vivir en esa habitación. Un bote de desodorante, una colonia de Calvin Klein, crema hidratante, un sombrero, una caja de clips, la entrada de algún concierto y varias tarjetas de viajes… y solo entre muchas de las cosas que hay allí.

Los ojos no le pueden más, esa página lo mata lentamente.

Joder, cómo me gustaría sacar ese puto cursor de la puta pantalla y sacarle los puto ojos!

Sin embargo, sus ojos, rojos por las horas sin dormir y la pantalla en blanco del portátil; reaccionan. Vuelve una luz, no la de siempre; sino la “otra”. Ese verde oscuro asoma y tiñe su iris. Si ese ojos fuera un ventana a ese despojo de universitario estarías más cerca que nuca de ser la ventana al infierno. Se levanta. Cierra el portátil. Esquiva con paso firme ese campo de minas que hay por el suelo de la habitación y se acerca a la mesa, donde sus ojos verdosos buscan algo. De entre ese montón de basura saca su candado, ese que siempre lleva al cuello desde que se disfrazó de Sid Vicious, cuando n realidad escuchaba a blink182, su muñequera de cuero y una camiseta de los Who que hay por el suelo para sustituir la que lleva. Esos vaqueros que llevan meses sin tocar una lavadora, y unos playeros que necesitan más de un paño, porque no parece que una vez fueron blancos.

Casi parece una ceremonia para él. Una gesto de cabeza y se coloca el pelo, pero no le convence; así que un par de tijeretazos con esas tijeras que tiene desde los 7 años harás un milagro con esas greñas despeinadas.

Alguien peta a la puerta.

-Álex, me voy para cama. Las demás ya se fueron, no hagas ruido vale? Y nada de guitarra… vas a salir?

Es Carla que lleva esa sudadera de V de Vendetta que tan bien le queda con un pijama del Primark.

-Sí, no tengo nada que hacer. Necesito aire. Y… no haré ruido cuando llegue, o… quizá sí; ya me entiendes.

Mirada de hielo, media sonrisa y directo a la yugular.

-Bueno, tranqui fucker y no seas tan malo, a ver si te voy tener que dar.

Sin embargo los ojos lo delatan, no es del todo él. No, no lo es.

-Tranquila, solo voy a tomar el aire un rato, a soltarme. No era lo que querías?

Ese verde en los ojos le delata más de lo que parece.

-Vale pero nada de montarlas punkies…

-Bueno, eso se verá.

Coge las llaves de casa, al bolsillo; cartera, móvil… perfecto. A la puerta y a donde te lleven los pasos, aunque en Santiago eso no sea muy lejos.

Mientras, Carla sigue allí, de pie. Con ese moño despeinado y unas zapatillas con lentejuelas.

-Joder… a este le tendremos que pone una niñera, mañana me tocará escucharle. Bueno, algo nuevo, u otra pena más… buenas putas tardes! Joder…

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