lunes, 1 de febrero de 2010

Me abuuurro...

En estos momentos llevo por encima varias capas de ropa: una camiseta de manga larga, una sudadera, una bata de casa color verde (esa que te regalan cuando eres pequeño y para ponértela tienes que doblar las mangas varias veces, pero que con los años puedes incluso ponértela sin hacer el ridículo), y unos vaqueros (obviamos la ropa interior, que por muy cómodo que pueda ser andar por casa sin ella, siempre la llevo puesta; como todo ciudadano civilizado). Casi se me olvida la braga que llevo en el cuello… y a pesar de todo sigo amargado y con frío. Sinceramente es una PUTADA (con mayúsculas) estar enfermo en casa, o por lo menos para mí. No solo enfermé viendo como mi, amado, Dépor perdía en casa contra el Madrid, y 3-1 que ya te ronca, sino que además a la pereza que suelo tener metida en el cuerpo, y que se niega a salir, con esto tengo más todavía. Solo diré que me entra una desidia tremenda al pensar en escoger, ello implica pensar, una película para ver. Al pensar en coger un libro, en escoger un videojuego; y, como os imaginaréis, de estudiar ni hablamos. Por lo tanto vuelvo a utilizar mi blog, reino personal y autoritario donde yo soy el poder, dios; y Steve Jobs mi mesías, para desahogarme y matar el tiempo tecleando, con una ortografía más que penosa, pensado que lo único que me apetece ver es una película facilona y graciosa (una pena que ya haya visto American pie 1, 2, 3 y 4; más de una vez) aunque después de ver ayer “Hacemos una porno” de Kevin Smith se me hayan quitado las ganas. Siempre me queda el bajo para tocar, aunque lo que se dice tocar no toco mucho… casi que es más precisa la palabra desafinar. La música, esa novia eterna a la que nunca llegas a palpar pero que se puede encarnar en “otras” musas más carnales. El porno, amigo de la infancia de la mayoría de jóvenes de entre 14 a X años, una pena que ya no quedemos muy a menudo. Mi Play Station 2 con una amplia selección de videojuegos (también obviamos la Wii, pues necesita un “ejercicio físico” que no le estoy dispuesto a dar). En resumidas cuentas, que una vez leídos casi todos los artículos deportivos del As, menos en los que lloran por el Madrid, y esos representan la mitad. O casi todas las crónicas de El País, edición digital, que hacen que uno vea el mundo un poco más negro. Pero finalmente, a los “hombres” solo nos quedan unas cosillas que nos son fieles pase lo que pase: nuestra mano del amor, el turrón Suchard que sobró de las navidades, el cómodo sofá de casa y un libro. En mi caso mi iPod, pero solo por Stevie el que nos guía.

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