domingo, 24 de enero de 2010

Amanece en la ciudad

La noche lluviosa había dado paso a una mañana resplandeciente. El torso de Él estaba acurrucado contra la balaustrada del balcón, mojado y frío. Las gotas de lluvia resbalaban sutilmente por su cara y sus cabellos, mientras sus ojos trataban de vislumbrar las primeras luces del día. Los rayos de sol que se alzaban imponentes sobre las estructuras metálicas de la metrópolis le cegaron. Sus párpados se debatían en una lucha sobre si abrirse o seguir cerrados, al mundo, como tantos días llevaban. Los abrió. La luz era dañina, y sus ojos medio cerrados, todavía, divisaban una hermosa imagen de la ciudad, borrosa, y con un halo de expiación de sus culpas. Las hojas de acanto de la base de cada balaustre semejaban poseer una grandeza que hacía tiempo habían perdido, o eso le pareció a Él, quien nunca se fijara en el encanto de aquel balcón, donde había pasado la noche. Lo veía todo distinto. Diferente. Extraño. Le encontró el encanto a ese musgo verdoso de la pared y a la puerta de roble envejecido. A las vidrieras de colores apagados de la puerta. A la cama de su cuarto, con su vieja cámara fotográfica encima. A las fotos rotas y quemadas que se encontraban entre las sábanas revueltas. Le encontraba encanto a todo. No sabía por qué. Algo había cambiado en esa noche, donde las aguas que corrieron por el asfalto de las calles purgaron sus culpas, sentimientos y dolores. Todo era extraño y no se acostumbraba. Se irguió, enderezó su postura, como quien precisa reafirmarse; como un extraño símbolo de mejora, de orgullo y amor propio. Se encaminó decidido a al baño como si cada paso tuviera un significado, como si cada paso fuera una muestra de que todavía seguía en pie. El baño estaba situado junto a su cuarto. Se metió en la ducha, abrió el agua caliente. Todavía vestido, con su camiseta de aquel “mítico” Smash de Offspring. Sus pantalones de chándal viejo y roto, por cuyos agujeros se intuía una ropa interior todavía más lamentable. Una ducha, un té caliente, un sueño… después de eso, podría cambiar las cosas, aunque fuera solo un poco.

1 comentario:

  1. después de la tormenta siempre viene la calma, la lluvia tiene algo que nos purifica, que regenera... me gusta:)
    por cierto, estoy viendo tu Last-FM y por los temas... estas empezando con el piano?

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