Fin de año

Cada año, siguiendo la tradición, sale a relucir el famoso lema “año nuevo, vida nueva”. Siempre he pensado que de cumplirse podría ser bonito, como empezar de cero. Andar un nuevo camino. Pero nada más lejos de la realidad. Haciendo memoria, por mucho que emplee como pretexto un año nuevo para cambiar, la realidad siempre nos da bien fuerte en los morros. Por mucho que queramos, aunque sea 1 de enero de 2010, todo sigue igual.

Mis razones son fruto de mi propia experiencia, por lo tanto no tienen porqué ser acertadas. En primer lugar, lo típico; esa chica. Sí, esa chica que nos hace “tilín”, nos gusta, nos emboba o simplemente nos abruma con su mirada; pero la queremos ignorar por los motivos que sean (desde el despecho hasta la vergüenza pasando por el odio). Da igual el motivo. Por mucho que nos empeñemos, esa chica seguirá ahí. Seguirá en nuestra cabeza. La muy zorra no se largará por mucho que queramos. No se largará porque este “espíritu de cambio” al final no es suficiente, no podemos ir contra nosotros mismos y por desgracia tampoco podemos ignorarla. Solo el tiempo nos la quitará de la cabeza, o los hechos que sucedan después, pero el capricho: no.

Continuemos. La gente. Servidor tarda mucho tiempo en labrar una amistad, en conocer (algo) a alguien o en aventurarse a quedar con él/ella. Por mucho que estemos hartos de los amigos cargantes de siempre, que nos resultan más un lastre que un alivio, no podremos simplemente por ese deseo irrefrenable de tomar las riendas de la vida que se desboca ante nuestros ojos impasibles (mira que frase tan chorras me salió). Para esto necesitamos mucho tiempo, mucho. Por lo menos si deseamos tener como amigos a gente decente con la que conectemos y no a cuatro gilipollas que aparecían por ahí (vamos, eso creo).

En tercer lugar toca otro clásico, la familia. Esa gente con la que convives y con los que se supone posees puntos en común del ADN. Los que son de tu sangre. La respuesta es fácil. Te jodes. Tú los aguantas a ellos y ellos a ti. Es una relación simbiótica que funciona a pedir de boca en mi caso. La familia no se escoge, simplemente toca, y si no te gusta te largas. La verdad es que la solución es sencilla (aquí si puede valer el refrán). Si quieres puedes esperar a que vayan cayendo uno a uno pero eso lleva tiempo, más que el de los amigos.

Solo decidí tocar estos tres temas básicos, aunque creo que podría haber miles, por ser los más comunes. Este año me parece que no volveré a pronunciar con orgullo ese refrán como en ocasiones anteriores. Solo el tiempo y los acontecimientos que se precipiten pueden dictar “esa vida nueva” que nos queremos marcar. Para mí solo ha sido un pretexto más para cambiar las tornas del día a día. Pero al final siempre se volvía a lo de siempre y esos cambios iban poco a poco, despacito y con buena letra. Uno no puede ir contra sí mismo con una sola decisión, a no ser que algo le haya marcado en exceso, ni por mucho que lo deseemos. Es una putada, una jodienda o una mierda bien grande; pero si no todo sería demasiado fácil y por lo menos para mí perdería la gracia.