martes, 27 de octubre de 2009

Primero en blanco, y después...

Llevaba mucho tiempo sin actualizar. Ya sé que tampoco es que importe mucho, espero estar equivocado, sinceramente; no he tenido muchas posibilidades. Os mentiría si dijera que no he tenido tiempo, pero; para que engañarnos; todos sabemos que eso nunca podrá ser una excusa válida.

Me excuso argumentando que ya he encontrado a mi “Moby Dick” particular: los exámenes de 2º de bach. Soy consciente de que suena exagerador, pero creo que habrá alguno que me comprenda. No os voy a escribir sobre mis fantasmas con los exámenes ni motivos personales por lo que no he posteado. Esto no se ha convertido, todavía, en el escaparate de mi vida; y espero que no llegue a hacerlo.

Me gustaría poder hablaros de un libro que haya leído últimamente y me haya fascinado, pero ya me está costando echar la mano sobre el de “lectura obligatoria”. Pero sí puedo hablaros una película que he visto recientemente, y de la cual estoy convenció, estaréis hartos de ver anunciada, comentada y puesta hasta los tubos de pasta de dientes. Agora.

Cuando leí las críticas de este filme, en general todos coincidían en que era una buena película y que Amenábar volvía a demostrar que es uno de los mejores de nuestro cine. Pero en varios puntos se destacaba la falta de emoción de la película, que no te llegaba a atrapar. Bien, dicho esto, discrepo.

Llamadme rarito, pero esa película me atrapó. Los diálogos que algunos acusaban de ser excesivamente “intelectuales” o “científicos” fueron como miel para mis labios, pero sin empalagar. Una destacable actuación de Rachel Weisz logra que transmitir ese entusiasmo de un personaje que nació demasiado antes en la historia. Las sobrecogedoras escenas de las masacres perpetradas y esa muestra de fanatismo religioso en su estilo más puro y original provocan en el espectador, o por lo menos si es un fugado del s.XIX como es mi caso, un sentimiento de comprensión con la protagonista así como de impotencia respecto a la historia y deseos de implicarse en la misma. Nunca vi un cine tan vivo. Obviemos el comentario de que la ambientación es magnífica, salvo por el detalle de la loba capitalina y su estatua que aparece, pero eso son solo tecnicismo de un perfeccionista como yo.

No puedo aseguraros que esta película provoque en vosotros sentimientos similares a los que despertó en mí. Pero sí puedo deciros una cosa, es una película por la cual sí merece la pena ir al cine.

1 comentario:

  1. a mi me encantó. puede ser que los ultracriticados planos de satelite sobraran un poco, pero al margen de eso no tengo queja... también han criticado el final, yo lo veo perfecto. ni soso, ni empalagoso del todo.
    yo es que a Amenabar le idolatro desde Tesis, para mí es del poco cine español que vale algo :)
    un beso!

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