miércoles, 6 de julio de 2011

Pesadillas

Se revuelve entre las sábanas en busca de alguna parte que todavía conserve algo de frescor al tanto que ellas se le pegan al cuerpo por el sudor que no cesa. Éstas le agarran queriendo hacerle suyas y asfixiándolo en un baño de sudor mientras cumplen su macabra y erótica fantasía. Se enroscan poco a poco a su cuerpo moreno con cada giro. Su piel está atrofiada por una tela cálida y húmeda que lo persigue cada noche mientras su mente despierta es atemorizada por sus pesadillas. Éstas lo drenan por dentro al igual que aquella habitación calurosa con su ambiente opresivo lo hace por fuera. Las pesadillas que de verdad le matan no son las que aparecen cuando duerme sino las que le impiden hacerlo. Las mismas pesadillas que le acosan y ponen sus latidos al borde del paro. Las mismas pesadillas que si no fuera por la costumbre le harían ahogarse en sollozos de culpa mal dirimida. Fragmentos de dentro de su cabeza que como esquirlas de diamante que desgarran su mente por las noches antes de que esta descanse entregándose a un sueño profundo. Es la tempestad que vive antes de la calma que solo llega cuando esos brazos morenos dejan de intentar salir a flote en un caluroso mar de tela para hundirse en lo más profundo. Mientras se hunde ya no hay más dolor, tensión ni pensamientos o recuerdos que lo encuentren. Las pesadillas podrían terminar así para siempre si solo se dejara hundir, si solo dejara de respirar. Por eso la verdadera calma nunca le llegará.

1 comentario:

  1. Es un texto precioso. Me ha gustado leerlo.

    Y por cierto, bonito cambio de perfil.

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