"Querido" Silvio...

De pequeños todos queremos ser como alguien. Todos tenemos un ídolo al que imitar, un “tí@ guay” que nos gusta y que nos gustaría más ser como él. Los personajes pueden ser ficticios o reales, Link o Enrique VIII; luchar contra Ganondorf o el absolutismo. Las opciones son muchas y variadas, y para gustos colores.

Después de esta introducción os diré el personaje que se me ocurrió mientras tenía el libro de filosofía delante de mi cara, estando en clase con la profesora dando un “armonioso” discurso sobre el paso del mito al logos (a las nueve de la “matina” ) y yo estaba ojeando el tema de Maquiavelo. Mi personaje a escoger es (redoble de tambores)… Silvio Berlusconi.

Para cualquiera que haya visto algún telediario o leído algún periódico o revista, conocerá a este personaje que también es el primer ministro de Italia. Seamos sinceros, a quién no le gustaría ser como Silvio…

Un hombre que tiene 73 añitos, todo un chaval, es primer ministro de Italia, nada más y nada menos, y propietario de un equipo de fútbol: el A.C. Milán. Este “arlequín” moderno, siempre al servicio del pueblo italiano es unos de los mejores personajes que hay. El tío es la bomba: hace fiestas con “hermosas damas” en su mansión privada, la ley no le puede tocar (Silvio debe ser inmune) y es dueño de numerosos medios de comunicación, hasta casi monopolizarlos. Eres un “pro” Silvio. Qué más da si tiene como apoyo a grupos fascistas violentos o su principal aliado es la Liga Norte. Qué más da que forma cruzadas contra inmigrantes, sus amiguitos políticos no muevan un dedo en agresiones contra extranjeros u homosexuales. Minucias…

Todos querríamos llevar ese tren de vida, esos cabellos implantados, esas venéreas (Silvio no puede ponerse enfermo, era broma). Ser empresarios de tan altos vuelos, ser como él. Inimitable, genial; un político que no encontramos desde el chico de la camisa negra de los años 20. Silvio… ¿quién no iba a querer ser como él?